Tres heterodoxos en el Taragüí

El autor de este interesante trabajo es el Profesor Horacio Rubén Falcón. Fue originalmente presentado y publicado por el Noveno Congreso de Historia de la Provincia de Corrientes. Agradecemos su generosa autorización para incluirlo en nuestro blog. ¡Gracias Horacio!

Introducción
El estudio de la historia en la actualidad está abandonando su impronta clásica del análisis del hecho político-militar. Nuevas realidades del pasado se abren ante nosotros para comprender mejor los procesos pretéritos. Una de estas es el aspecto religioso. En nuestro país es un área relativamente nueva comenzada en los años noventa, con historiadores como Amoldo Canclini, Roberto Di Stefano o Susana Bianchi, entre otros. No es que antes no existiera nada, el mérito de esta nueva historiografía es la de separar la teología de la historia. sin que ésta sea un desprendimiento necesario de aquella.
El protestantismo en nuestra provincia es un tema poco desarrollado todavía y lo que intento con este trabajo es remarcar algunos tópicos necesarios para su estudio. Es por ello que tomo tres momentos de la historia correntina, que se relacionan con tres personajes conocidos en la historia protestante nacional.
Traté además de explicar muy sintéticamente la coyuntura jurídica y social de cada momento. Espacialmente solo abordo la ciudad de Corrientes.
Finalmente, la pretensión de este trabajo es la de enriquecer no solo la historia del protestantismo correntino sino también enriquecer la historia de nuestra ciudad.

Somos reformados…¡y católicos!

En nuestras iglesias confesamos nuestra fe, nuestra fe más esencial, a través de la recitación comunitaria de los credos. El Credo de los Apóstoles es para todos nosotros símbolo de unidad con todos los creyentes que expresan una misma fe sincera. Juntos decimos: “Creo en la santa iglesia católica”. Otro de nuestros credos, el Niceno, agrega que la iglesia es también “una”, “santa” y “apostólica”.

En nuestros países existe una tendencia generalizada a reemplazar la palabra “católica”, por palabras más “evangélicamente correctas” como “universal” o “cristiana”. Esto no debería ser así, pues contribuye a abandonar una de las características irrenunciables de la iglesia: su catolicidad.