por Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955)
He subido, al atardecer, a la colina desde la que se ve el sector del frente que acabamos de abandonar y adonde volveremos, quizá, muy pronto. Ante mí, más allá de las praderas veladas por la bruma naciente, donde las curvas del Aisne dibujan unas manchas lechosas, se destaca neta como una cuchilla, sobre el poniente dorado salpicado de cometas, la cresta desnuda del Chemin des Dames. De tarde en tarde la explosión de una bomba de mortero levanta un torbellino de humo silencioso.
¿Por qué estoy aquí esta tarde? En la línea de fuego tengo miedo de los obuses, como los demás. Cuento los días y estoy atento al menor síntoma de relevo, como los demás. Cuando a fin nos relevan me pongo tan contento como cualquiera, y cada vez pienso que estoy definitivamente saciado y harto de las trincheras y de la guerra. Esta misma tarde gozaba la alegría de revivir rodeado por la naturaleza inofensiva y no pensaba en nada. Saboreaba el placer de tenderme bajo los árboles y mirar sus hojas con el espíritu totalmente distendido, con el sentimiento de una completa seguridad.
¡Y ahora vuelvo instintivamente a contemplar el frente y la batalla!
¿No es absurdo estar polarizado de tal manera por la guerra que no puedo permanecer ocho días en retaguardia sin buscar en el horizonte, como se busca un paisaje querido, la línea de los "frankfurters"? Hasta el punto de no poder ver en la noche el brillo plateado de un proyectil que cae o su reflejo en las nubes, sin que el corazón me palpite y sienta como una llamada.
Esta tarde, más que nunca, el frente me embruja. En este marco maravillosamente tranquilo, al abrigo de las emociones y la excesiva tensión de las trincheras, siento avivarse en mi interior las impresiones de estos tres años de guerra.
Yo interrogo apasionadamente la línea sagrada de las explosiones, la línea de los globos cautivos, que parecen caprichosos y apagados astros, la línea de los proyectiles.
¿Cuáles son las propiedades de esta línea fascinante y mortal? ¿Por qué secreta virtud se apodera de mí, me atrae irresistiblemente?
(...) tengo la impresión de haber perdido mi alma, un alma que es la mía y no lo es aún tiempo, que vive en la línea de fuego y que se ha quedado allí.
Pierre Teilhard de Chardin (en Revista Etudes, noviembre de 1917, tomo 153, páginas 458-467)
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Hola bonito conmueve la imagen,yo no habia leido a ese autor.Gracias por compartirlo.Un abrazo desde la sierra de Oaxaca.México.Gustavo.
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