El hombre de los rayos X

(Teología Sin Nombre me ha invitado a participar de su conocido blog. Aprovecho entonces para compartir con ustedes un artículo publicado allí.)

"El predicador le dijo al hombre de los ojos de rayos X: -¡Tu ves el pecado y el demonio! Pero el Señor nos ha dicho qué hacer con esto. Dice en Mateo Capitulo 5: Si tu ojo te hace pecar...¡arráncate los ojos!"

Como el pobre Dr. James Xavier (Ray Milland) en la famosa película, quienes pretendemos hacer teología nos vemos a veces sobrepasados por una sensación de estar "viendo demasiado", como si estuviésemos espiando realidades y situaciones que nos están vedadas. Nuestros ojos ven al mundo desde la teología y lo que esa teología descubre se transforma necesariamente en parte de nosotros, aún contra nuestra voluntad.

Todo es reflexión teológica. Estos rayos X que Dios nos ha dado y que los seminarios y tantas lecturas se han encargado de potenciar, son sin duda bendición, pero a la vez parecen ser maldición.

Observo. Reflexiono. La mujer que mira un programa bobo de televisión, el chico que se droga, el empresario que sube a su auto deportivo, el soldado que marcha al frente de batalla, todo es transformado en reflexión teológica. Y esto es bueno, pues la teología nos ayuda a aproximarnos a las verdades trascendentes que subyacen detrás de estas realidades.

Pero este contínuo proceso de reflexión teológica parece no tener límites, por lo que entonces comienza a oprimirnos y dolernos en lo profundo de nuestro ser. Y es allí cuando sentimos que nos maldice.

Cuando miramos la realidad, lo hacemos generalmente desde el afuera, como si nosotros no perteneciéramos a ese mundo de lo cotidiano. Sentimos que no hay mucho en juego, pues convengamos que si la mujer quiere ver todo el día televisión, que la vea, ni yo ni Dios nos vamos a preocupar mucho. Si el chico se quiere drogar o el empresario ostentar su nuevo auto deportivo, no me afecta, porque creo reflexionar estas realidades desde el afuera.

El gran problema surge porque los teólogos tenemos "ojos de rayos X" y absolutamente todo lo que miramos pasa a formar parte de nuestras propias realidades, sin importar el universo que nos pueda separar de ellos. Y es en este punto que nuestra peculiar forma de mirar las cosas nos comienza a oprimir y a frustrar.

Las realidades pasan a desesperarnos. Todo ahora es nuestro. Nos frustran las mujeres bobas que miran televisión. Y nada podemos hacer. Nos duele el chico que se droga. Y nos llena de frustración. Ante las injusticias sociales nos transformamos en sujetos hambrientos de justicia. Nos sensibiliza el soldado que marcha al frente. Pero nuestros gritos de paz nada pueden cambiar. Pareciera que nadie nos escucha.

¡Estos ojos de rayos X nos hacen doler! ¿Porqué? ¿Para que? Nuestras mentes se llenan de preguntas, algunas respuestas, pero muchas dudas. Y la duda me hace cuestionar si aquello que yo logro mirar y teologizar con mis ojos de rayos X, es ciertamente una realidad ajena, o el juego de Dios para obligarme a ser más humano.

«¿Qué es lo que ves, Jeremías?»
«Veo una rama de almendro», respondí. (Jer. 1:11 NVI)

No hay comentarios:

Publicar un comentario